fbpx
Image default
Nacionales

La Isla de los misterios y el destino final de los leprosos

Destino final de los leprosos del país, la Isla del Cerrito en el Chaco, fue tabú para curiosos y prisión de sus enfermos. Historias de muerte en vida. Alem.News visitó el lugar.

Receloso y temerario, así resultaba ser aquel mundo de trance situado entre aguas. Allí donde confluyen los ríos Paraná y Paraguay, allí donde la vida esperaba por la muerte. Tabú de los tabúes, la Isla del Cerrito era el destino final de todos los leprosos del país. Aquellos que, presos del espanto de su realidad, fueron el escaparate de una realidad excluida; rebelde subsistencia que, sorda del morbo y la curiosidad circundante, ancló dignas historias en el litoral chaqueño.

Llegó a ser la capital de la Gobernación de Chaco. Sin embargo, le aguardaría un destino casi sentencial: cuando la lepra arriba a sus orillas, el boca a boca la rebautizaría con el nombre de Isla del Diablo. Y de algo parecido al infierno parecía tratase aquel leprosario que, desde 1939 y bajo la jurisdicción de Corrientes, haría las veces de destino final durante casi una década.

La Isla de los leprosos:

Separada del mundo salubre por las aguas de sus ríos circundantes, el Cerrito fue el sitio perfecto para aislar a los temidos leprosos y evitar toda forma de contacto.

“Llegaban en botes desde Paso de la Patria y desde la entrada hasta los edificios, los transportaban en un tren o luego de un tiempo, en un viejo Jeep”, relató el guía local Oscar Barceló a Alem.News.

¿Había escape? Sólo aguas adentro: no existía acaso otra comunicación que no fuera la vía fluvial. Por el embarcadero Punta Norte arribaban desde medicamentos y alimentos, hasta los propios enfermos.

 Además de un sanatorio, contaba con la presencia de una panadería, un frigorífico, talleres y carpinterías, una huerta, una usina, una fábrica de hielo, una iglesia cuyas campanadas alcanzaban los oídos de los más absortos navegantes y hasta un crematorio.

Era sabido, que quienes llegaban a la isla lo hacían para ya no salir. E incluso allí, en aquel sitio ajeno al mundo salubre, había límites.

“Los que llegaban ya lejos de sus familias, sean hombres o mujeres terminaban teniendo una relación sentimental en la isla y así, nacieron muchos niños, que los separaban de sus madres al nacer y los sacaban del lugar con destino incierto”, agregó.

Alem News visitó la Isla del Cerrito

Destino Final:

Los trabajos realizados en el hospital, finalmente sirvieron para avanzar sobre la enfermedad y despejar muchas dudas en torno a este mal. Y si bien tanto médicos como enfermeras eran inmunizados con vacunas (al tiempo que algunas áreas del sanatorio estaban completamente recluidas); la colonia fue cuestionada: el hecho de que no cumpliera con los 50km de distancia que, por ley, debía mantener de toda población sana comenzó a sacudir el avispero.

El leprosario había sido para los curiosos “desafectada” entre los años ’47 y ’48. Dicen que, para entonces, los enfermos fueron trasladados en carros de asalto a diferentes destinos; y que la oscuridad de la noche fue testigo de las maldiciones que aquellos liberaran sobre dicha tierra ¿Qué fue de la desierta colonia? Tras devenir en Hospital General, el sitio quedó abandonado. Víctima del deterioro que implica todo paso del tiempo, la Isla tendría, sin embargo, su feliz revancha.

Una nueva esperanza:

Lejos de la ingratitud que viviera durante los años que ofició de tumba viviente, la entonces Isla del Diablo pasó del infierno al cielo. Bajo el nombre de Isla del Sol, esta emblemática porción de tierra comienza a sanar su piel herida hasta convertirse en un verdadero paraíso turístico. Así es como la actual Isla del Cerrito ya nada entiende de cercos y asilamientos, de llegadas sin chance de partida. Las bondades de la pesca, la calma de la naturaleza y los ecos de la historia hacen que, lejos de querer partir, sus visitantes sólo tengan ansias de volver.

La maldición de la Isla:

Según el relato local, pesa una maldición sobre los habitantes de la isla, a la que catalogan como “La maldición de la sotana perdida”.

Cuentan los historiadores, que fue un joven cura que llegó a trabajar con los leprosos, quien al poco tiempo contrajo la enfermedad y falleciendo poco tiempo después.

“Se discutía como era de esperar, si el cura tenía que ser cremado o no, pero todos los que tenían lepra debían ser cremados obligatoriamente y así lo hicieron, pero el cuerpo, tardó en quemarse y luego de unas horas los restos finalmente se transformaron en cenizas, pero la sotana había quedado intacta”, aseguró uno de los historiadores de la Isla a nuestro medio.

El destino de la Sotana:

Si bien no se conocen más datos de la sotana que los enfermos resguardaban como una “reliquia milagrosa”, todos aseguran que fueron los enviados desde el mismo vaticano los responsables de trasladarla hasta Buenos Aires y de Buenos Aires al Vaticano, dejando como único legado a aquellas almas que han dejado en su paso por allí.

Comentar con Facebook

ALEM.NEWS no se hace responsable ni partícipe de las opiniones vertidas por los usuarios de esta sección. Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales.

ruzak