El 2 de octubre De 1967 no sería un día más para María y Francisco, dos humildes tareferos de la zona norte de la provincia de Misiones y que en plena cosecha se vieron forzados a abandonar su campamento y llegar hasta el centro asistencial más cercano.
María se había enterado pocas semanas antes que estaba encinta, pero rompió en aguas no gestando aún las 30 semanas, es así, que, entre los dolores, el sangrado y la intensa pesadumbre con mezclas de tristeza de saber que podría perder a su bebé, emprendieron camino a bordo de una vieja carreta hasta el hospital de la localidad de Eldorado.
Varias horas habían pasado y desde el nosocomio, las noticias no eran buenas. Las expectativas de vida del prematuro eran muy pocas o casi una utopía.
Tal y como hacían en la época con recién nacidos con las mismas características, los enfermeros apoyaron al niño de menos de 700 gramos sobre la fría mesa de mármol a esperar el último resuello.
Los minutos pasaban, pero su corazón seguía latiendo, aferrado a un propósito o a un destino que no entendemos, pero por el que había venido a este mundo.
“No tiene posibilidades, pero llévenselo a su casa señora, aunque sea lo poco que le queda”, informaron a los padres desde el nosocomio, que, viendo sus bajos recursos, se lo entregaron envuelto en algodón y dentro de “una vieja y pequeña caja de zapatos”.
En ocasiones, escuchamos historias de partos milagrosos que llegaron a buen término pese a que las condiciones y las circunstancias están en su contra.
Esta es una de esas increíbles historias con final feliz por las que nadie hubiera dado ni una moneda, nadie… excepto dos personas, “María y Francisco”.
Esta es la historia del Dr. “Oscar Alarcón”, hoy, Ministro de Salud de la provincia de Misiones, que contó sus vivencias en alem.news
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