Fue en una reunión de ejecutivos de Aerolíneas Argentinas en que se repasaron los nuevos números de la empresa.
Se combinaron varias cosas. La primera fue el precio del petróleo, que en los últimos meses tuvo, y tiene, una escalada que no se sabe dónde terminará. Pero además de pagarse más caro el combustible , un derivado del crudo, se necesitan más pesos para cancelar la factura. Problemas que deja la devaluación para todos los que se abastecen en moneda dura.
A este componente se le suma otro: el mercado interno está mucho más quieto. Después de los primeros meses del año, y con la corrida cambiaria a pleno, la demanda de pasajes cayó. Las ventas ya no tienen la fuerza de pocos meses atrás. Si este combo no resultara del todo explosivo, se empezó a consolidar la oferta de las aerolíneas low cost. “El factor de ocupación de los asientos que ofrece Aerolíneas cayó y no es posible aumentar mucho los pasajes. Las compañías generan una competencia que no permite subir los pasajes”, admitió un ejecutivo.
Abbott Reynal, el nuevo responsable de la gestión operativa Abbott Reynal, el nuevo responsable de la gestión operativa Fuente: Archivo
El precio del barril de petróleo ya es un componente que toda la industria mira. Según datos de la empresa, el grupo Aerolíneas tendrá un costo adicional de 120 millones de dólares solo de combustible para este año respecto del anterior. Por caso, el JP1 se pagó, en promedio en 2017, a US$51,60 el barril y en lo que va del año ya se llegó a US$66,60 por barril. Pero el asunto es que la curva va para arriba y ya se pactan operaciones con una cotización de US$74.
Los ejecutivos vieron ayer un cuadro ilustrativo: en julio del año pasado se pagaron US$39,9 millones por la factura de combustible. Este mes, según las proyecciones, por un volumen un poco menor se pagarán US$52,5 millones.
Como se dijo, se sumó la caída en la venta de pasajes. El mercado se tornó muy conservador y se retiró el pasajero que anticipa su compra. En Aerolíneas consideran que el último trimestre será muy bueno. “El asunto es qué hacer estos dos. Es un problema de caja con costos que suben y ventas que bajan”, contaba ayer uno de los presentes en la reunión.
Los ejecutivos ya le habían anunciado, hace unas dos semanas, el problema al ministro de Transporte, Guillermo Dietrich. Ahora le llevarán un menú de opciones para salir del paso. Una opción puede ser financiarse en el mercado. La empresa, después de ponerse al día con los balances y bajar el déficit, puede golpear a la puerta de los bancos.
LA NACIÓN.