En un promedio de una adolescente por día, más otros casos que no se reportan, los hechos se han convertido en una moda poco feliz para muchos padres.
Alem.News dialogó con algunas de las familias que se han visto envueltas en esta situación por la cual nadie quiere atravesar, pero que hoy es una realidad latente en jóvenes que no lo toman con la gravedad que requiere el caso.
“Ya no sabemos como actuar, porque si uno no las deja salir se enojan y desaparecen como en nuestro caso, que no volvió de la escuela hasta el otro día que nos pasaron datos de donde podría estar”, relata una de las madres que tuvo además que ser medicada al momento de notar que las horas pasaban y su hija no volvía a casa, agregando que; “No sabíamos qué pensar, era desesperante, porque ante tantos casos de asesinato o todo lo que vemos en la TV, uno no sabe si le pasó algo y piensa lo peor”, comenta María madre de una de las jóvenes de 14 años que se ausentara de su domicilio porque quería que la dejaran salir con su novio de campamento.
En otro de los casos, Rubén A. padre de otra de las menores que eran intensamente buscadas esta semana pasada, comentó a este medio que “cuando fuimos a la policía nos encontramos con otra madre que le pasaba lo mismo y otra que llegaba porque había encontrado ya a su hija, nos da pena porque hacemos también pasar estos malos momentos a la policía, que tiene que andar de un lado al otro por cosas de chicos”, resalta.
Amores, disputas familiares, no se puede hablar de causas excluyentes de los casos que se dan en nuestra ciudad, pero para entender la maraña de disparadores que incitan a la fuga, resulta importante no obviar qué le pasa al preadolescente en esta etapa.
Según los expertos, este tipo de situaciones de fuga suelen ubicarse en la pubertad, en la primera adolescencia. Este período en el chico/a marca el fin de la infancia, por lo que hay que entender que es un época donde hay mucha perturbación a nivel hormonal que a veces hace un tanto impredecible la conducta o comportamiento de los chicos. Es normal entonces verlos que pasan de un estado anímico de mucha euforia, a otro de tristeza; o de tener un alto grado de omnipotencia, en donde todo lo pueden, saben y quieren, a sentirse totalmente desprovistos de autoestima. Es la etapa de mayor vulnerabilidad porque es el paso de la infancia a la adolescencia, por tal motivo, hay que prestarles mayor atención.
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